1 de septiembre de 2015

Verano expatriado. #MyExpatSummer

Cuando acabas de aterrizar en otro país, con otro idioma, otro clima y otros horarios, lo mejor que puedes hacer es establecer rápidamente una rutina con la familia y adaptarte pronto al horario.

A nosotros nos ayudó bastante llegar a finales de enero con el curso escolar ya a pleno rendimiento. No hubo jornadas de adaptación, aquí se empieza a jornada completa

Así, pronto tuvimos nuestro horario de despertador, de irnos a la cama, de entrar y salir del cole y nos acostumbramos con relativa facilidad al horario de comidas y cenas. Los días pasaban bastante rápido y no teníamos tiempo de darnos cuenta de que estábamos en otro país.

Entonces llegó el fin de curso y antes de que terminara ya se fue notando que cada día éramos menos en la ciudad y había menos niños en el cole.

Y de repente te quedas sin rutina, te quedas sin horarios y te quedas sin amigos en una ciudad que aún no es la tuya.

Las vacaciones eran uno de mis mayores miedos desde que llegamos. En Carnaval acabábamos de mudarnos y no lo notamos mucho. Para Pascua nos fuimos a España y entonces llegó el verano belga.

No teníamos muy claro cómo hacer. Aquí las vacaciones escolares son julio y agosto. Las vacaciones de Papá 2.0 eran tres semanas en agosto. Julio empezó y los peques eran muy pequeños aún para poder apuntarlos a lo que aquí llaman "stages de été", campamentos urbanos de verano con distintas temáticas; así que hicimos todo tipo de actividades en casa y en el parque hasta que nos decidimos a comprar unos billetes de avión para España. Y surgen muchas preguntas...


  • ¿No estaré huyendo?
  • ¿Nos vamos todos juntos o me voy con los peques primero?
  • ¿Cuánto tiempo nos vamos?
  • ¿A dónde nos vamos?
  • ¿No será peor luego volver?


Nosotros no conservamos casa en España. Tener un "campamento base" que sea tuyo ayuda bastante, pero nosotros dejamos nuestro piso alquilado de Madrid al venirnos a vivir a Bruselas, así que el tiempo que hemos estado en España, vista nuestra poca planificación, lo hemos pasado de casa en casa, entre abuelos, hermanos, padrinos y amigos.



Primero hice mi primer viaje en avión sola con los dos peques. Prueba superada.

Después pasamos dos semanas sin Papá 2.0. Prueba superada con la consecuencia de una "papitis" aguda por parte del más pequeño durante el resto del verano.

En agosto se nos unió Papá 2.0 para seguir nuestra gira por España.

Montamos y desmontamos el campamento familiar en siete destinos distintos. Allá donde nos acogieron, allá que fuimos. Playa, piscina, pueblo o ciudad. No podemos quejarnos de la suerte que hemos tenido. Gracias a todos por aguantarnos.

Pero uno acaba echando de menos sus cosas, su cama, su ducha, su cafetera, su gato...

Las maletas para el verano ocupan menos y dejan más espacio para venir cargado de cosas a la vuelta. Así que nos volvimos para Bruselas hace unos días con el equipaje lleno de saltos en la piscina del tío, paseos en bici, castillos de arena que se llevan las olas en Málaga, partidas del Funkenschlag, malabares en Martos, estrellas fugaces en Escalona...

Y 2 kilos de "exceso de equipaje" que ya iremos perdiendo escaleras arriba, escaleras abajo.

Ahora ya sólo queda volver a hacernos a la nueva rutina de volver a casa.

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