21 de abril de 2015

Four seasons in one day... en Bruselas

Acabamos de volver de pasar 10 días de vacaciones en Madrid. Allí mi hija de 4 años me preguntó si íbamos a volver a Madrid en más ocasiones...

-Claro que sí. Vamos a volver en mayo unos días. Cuando lleguemos a casa vamos a colorear en el calendario esos días para que veas cuánto falta.
-Vale. Vamos a colorearlos de amarillo. Madrid es amarillo porque tiene sol.

Amén.

Bruselas no es Melbourne pero la canción de mis adorados Crowded House le viene al pelo.


Y es que soy madrileña, acostumbrada a pasar del invierno al verano y vuelta a empezar. Así que viviendo en Bruselas, es inevitable hablar del tiempo.

Bruselas en invierno, cuando llegué, es un bajón total (al margen del ambiente de la Navidad, pero ese es otro tema). En enero tienes aproximadamente hora y media menos de luz que Madrid. Amanece un poco más tarde y anochece bastante más temprano. Y se nota. Y las horas centrales del día tiene uno la sensación de que el sol, cuando hace acto de presencia, es blanquecino. Los cielos están cubiertos la mayor parte de los días llueva o no.

Desde que vivo aquí miro cada día la predicción por horas del tiempo y sigo la norma de salir a la calle en cuanto veo el sol. Aquí lo normal es que niños y adultos tomen complementos de vitamina D.

Yo no era consciente de cómo el clima afecta a mi estado de ánimo hasta que no vine a vivir aquí. Me irrita profundamente que algo que escapa de mi control pueda afectarme tanto y me convierta en una suerte de ciclotímica... pero así es.

Cuando encadenas varios días grises empiezas a pensar que es una ciudad más sucia, fea y triste. Sale el sol y las casas de ladrillo rojo parecen sacadas de un pueblo de Lego, las calles te parecen de un pueblo de cuento y ves flores por todas partes.

Porque aquí en otoño y en invierno, tengo la teoría de que si no fuera por el chocolate, la cerveza y las flores que venden en cada rincón, la gente caería en una profunda depresión.

Y entonces llega la primavera a Bruselas...

Al volver de los 10 días de vacaciones en Madrid tengo la sensación de que Bruselas ha sido invadida... ¿dónde estaba toda ésta gente?.

Parc du Cinquantenaire - Jubel Park

Los bruselenses se han vuelto majaretas y como han encadenado una semana al sol con temperaturas que van de los 3º a los 18º han decidido echarse a los jardines y tumbarse al sol.

Cuando tuve que desempaquetar toda la mudanza me enfrenté a la gran pregunta de si volvería a usar sandalias mientras viviera aquí. Y es que siendo de Madrid y veraneando en un pueblo de Toledo, acumulo unos cuantos pares de calzado veraniego. Desde hace semanas (por aquel entonces llovía y no pasábamos de los 6º) se ve ropa de verano y sandalias en los escaparates de las tiendas. Ahora lo entiendo todo.

Aquí el personal, loco por lucir cuerpo y broncearse, ya se pone en tirantes, pantalón corto, sandalias aunque estemos a 15º de máxima. Así acaban luego hechos una gamba con el caloret de España en vacaciones.

Hay que reconocer que lo que sí se nota es la luz. En un día como el de hoy (21 de abril) amanece a las 6:30 de la mañana (una hora antes que en Madrid) y anochece a las 21. Eso supone una hora más de luz. Y se nota. Sobre todo porque son el corazón de Europa pero aquí no han llegado las persianas.

Así que está Bruselas en pleno subidón subidón.

Jardines plagados de flores, árboles con brotes verdes, gente tumbada al sol en cualquier rincón, niños en los parques (este tema ya lo trataré detenidamente otro día) y hasta el camión de los helados con su musiquita de película de terror pasando por las calles...

Dicen que el jueves llueve.

17 de abril de 2015

Colega ¿dónde está mi casa?

Cuando eres Expat y no sabes a dónde perteneces.

La última vez que estuve aquí fue de mudanza.

Escribir desde Madrid es extraño. Hemos pasado aquí los últimos 10 días. En Bélgica tienen vacaciones escolares después de Semana Santa. Son las vacaciones de Pascua/primavera. Dos semanas en las que media Bruselas se vuelve a su país de origen.

Ésta vez nosotros sí que nos hemos ido. En Carnaval también tuvieron una semana de vacaciones pero era demasiado pronto. La primera vez que vuelves tiene que ser cuando ya estés instalado y centrado en tu destino o corres el riesgo de no querer volver.

Si hubiera vuelto en febrero me habría encadenado a un árbol de Madrid Río antes que coger el avión de vuelta.

Aun así, antes de venir, la peque tenía sus dudas... ¿nos vamos a llevar otra vez los muebles? ¿en qué casa vamos a vivir? ¿vamos a volver otra vez a Bruselas?...

Muchas de esas sensaciones también las tenía yo. Por suerte en Madrid, aunque no tenemos ya la casa en la que vivíamos antes, tenemos el Hotel de la buena Abuela Ana que nos acoge y que está en el mismo edificio en el que vivíamos antes. Así que vamos al parque y nos seguimos encontrando con los amigos de siempre y paseamos por las mismas calles. Volvemos a territorio conocido.

Mañana toca volver.

En Bruselas está nuestra casa. Nuestras cosas. Nuestro gato. Allí hace 10 días echamos la llave y nos fuimos al aeropuerto sin mirar atrás.

En Madrid están los amigos, la familia y los recuerdos. Aquí estamos apurando hasta el último minuto antes de coger el avión de vuelta. Y es que ahora venimos de vacaciones.

Estar en Madrid es extraño. Ahora venimos a ir de compras de todo lo que necesitamos y en Bruselas es más caro (o no tengo ni pajolera idea de dónde comprar). Venimos a quedar con los amigos, a salir y tener toda la vida social que aún no tenemos allí porque es pronto y porque nos falta conocer a una niñera tan buena como la buena Abuela Ana. A tomar relaxings cups of coffe en la terraza del barrio y que nos dé el sol (aunque seguro que según nos fuimos de Bruselas escampó).

Una foto publicada por Mamá 2.0 (@mama2punto0) el

El día de antes releo el artículo de las cosas que te pasan cuando eres expatriado y vuelves de visita y casi hago el pleno al 15. Si no lo habéis leído os lo recomiendo muy mucho.

Nuestra tarea ahora es volver y llenar los espacios de esa vida social y esos planes que aún no tenemos para que no echemos tanto de menos Madrid cuando entremos otra vez mañana por la puerta de casa.


3 de abril de 2015

Pascua en Bruselas - Pâques à Bruxelles

Como diría El Quijote "Cuando a Roma Bruselas fueres, haz como vieres".

En Bélgica no se celebra la Semana Santa a la española, se celebra la Pascua. Así que éste año me estoy hinchando a ver fotos de playas soleadas y cañas al sol de familia y amigos que me torturan quieren y me echan de menos mientras aquí, hasta en Viernes Santo se trabaja.

Como es la primera vez que celebro la Pascua me he estado informando.

Aquí los niños llevan ya semanas en el colegio preparándose. Es como el mes de diciembre con la Navidad. Pasan todo marzo pintando conejitos, pollitos, huevos, haciendo trabajos manuales, cestas, cajas y demás decoración típica de éstas fechas. Lo bueno es que con una niña de 4 años a día de hoy ya tengo la casa bien surtida.



Además en las tiendas hay toneladas de chocolate. Teniendo en cuenta que éste es el país del chocolate, con lo de los huevos de colores y las figuras de chocolate se les va ya de las manos. Eso sí, es espectacular cómo decoran sus escaparates las tiendas de bombones para la ocasión. En realidad la mayoría de las tiendas están adornadas desde hace días.

Bombonería de les Galeries Royales Saint-Hubert
Así, llega Viernes Santo y dan las vacaciones de primavera en los colegios (salvo en la Escuela Europea, que tiene otro calendario).

Comienza un fin de semana largo para todos en Bruselas donde la tradición (católica) dice que hoy se coma pescado (triunfa el salmón en todas sus variedades en cualquier supermercado).

El sábado es el día de los preparativos. Decorarlo todo en casa y jardines (triunfa el color verde y el amarillo), hacer compra... como la mañana de Nochebuena en el supermercado español.



Pero el día grande es el Domingo de Resurrección. Éste domingo de Pascua la costumbre es ir a la iglesia y, al salir, por la mañana se hace la típica chasses aux œufs. Los niños buscan los huevos de colores que están escondidos por los jardines y parques. En realidad, durante los últimos fines de semana, en muchos parques de la ciudad se han organizado actividades para niños acotando zonas de los parques para que jugaran (pero el tiempo no ha acompañado NADA).

Después, en casa, se celebra una comida/cena donde se reúne la familia con amigos y se come agneau de pâques; cordero cocinado al gusto de la casa con sus patatas para acompañar, que en Bélgica se cocina la patata de mil formas como complemento.

El lunes de pascua - le lundi de Pâques es festivo. Así que la resaca tradición es hacer lo que ahora los modernos llaman "brunch" pero que cuando vives en un país con horario europeo no veo cómo encaja. Básicamente saltarse el desayuno y comer a la hora de siempre, es decir, media mañana. Y ésta comida se basa en quesos, salmón ahumado, fiambre, panes... y huevos en sus múltiples variedades.

Aquí es dónde me voy a remitir a My cooking world de mi amiga Mamen, que me ha hecho darme cuenta de que no sé ni hacer un huevo. Menos mal que éste puente pondré en práctica todo lo aprendido...

No dejéis de entrar en My cooking world...

Yo ya tengo la casa medio decorada, éste año me ha pillado de sorpresa pero tengo un año para aprender a decorar huevos y poder colgarlos de los árboles como mis vecinos (que tengo envidia). También he comprado mi épaule d'agneau para hacer el domingo y seguiré los tiempos para hacer el almuerzo del lunes.

Y Santas Pascuas.

Y no os negaré que echo de menos las torrijas de mi madre... pero ya me queda menos para catarlas, aunque sea a destiempo.